Pequeños fragmentos de la novela El purgador de pecados 

 

 

Zapatos de tacón

 

 

 

 

…Ni una lágrima. Lo había dicho todo sin un atisbo de vibración en su garganta mientras miraba a la cara de su marido. Se levantó del asiento, deseándole buenas noches se retiró a su habitación.

 

 

 

 

 

 

 

¡Maldito trabajo!

 

 

 

 

 

 

 

 

«El trabajo al que me dirijo es muy distinto…, es miserable», la frase le roía el interior de su alma justo en el momento en el que abría la puerta del establecimiento.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La pecera

 

…se trataba de una escultura bellísima, realizada en mármol, en la que una mujer yacía desnuda fundiéndose con la base sobre la que estaba esculpida.
Desde luego era una estancia muy especial, romántica y bella a partes iguales, ideal para continuar su lectura poética…

 

 

 

 

El cielo de Madrid

 

 

…se divisaba una vista excelente de la ciudad y los vehículos que pasaban por la Castellana parecían miniaturas de juguete. Era una vista realmente hermosa, en la cual, uno parecía estar al margen del ruido del mundo, de sus banalidades y de sus exigencias…